Desconectar para conectar
El pasado puente me fui a Ponferrada con mis padres, mi abuelo lleva una temporada delicado y tenía ganas de verles y darles mimitos. Además, un cambio de aires aunque sea de unos pocos días siempre sienta bien.
Uno de los días aprovechando que es época de setas, mi primo y mis tíos propusieron salir una tarde en su búsqueda. Yo no entiendo de setas, pero ellos si, recuerdo que hace muchos años cuando era pequeña habíamos ido también a un pinar y habíamos encontrado bastantes.
En esta ocasión, nos montamos en los coches y acabamos por la zona de Toreno, primero en un bosque de castaños, al no encontrar gran cosa cambiamos de zona, y bajamos hasta unas grandes praderas.
Los perros se lo gozaron corriendo como locos, la luz era increíble, estábamos solos, en familia, disfrutando del espectáculo que la naturaleza nos iba brindando.
Poco a poco las setas fueron apareciendo ante nuestros ojos y las cestas se iban llenando. Sin darnos cuenta la luz del atardecer se fue poniendo... por lo que mi abuela, mi madre, mi prima y su chico, pusieron rumbo a los coches, habíamos caminado bastante así que había una buena tiradita de vuelta.
Mi primo, mis tíos y yo ni nos dimos cuenta, estábamos absortos en la búsqueda y es que justo cuando el sol se puso, en la penumbra empezamos a encontrar los mayores ejemplares... y claro, no los podíamos dejar allí!
Al final tuvimos que tirar de las linternas de los móviles para poder encontrar la salida, no sin llevarnos unos cuantos zarzados, pero la verdad que la experiencia mereció la pena :)
La luz de otoño es simplemente mágica
